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El año 2025 puso a prueba la resiliencia y la unidad de las familias en toda América Latina. A pesar de las incertidumbres económicas y de los efectos persistentes de los desafíos globales, las familias latinoamericanas lograron mantenerse muy cercanas, incluso estando a grandes distancias. Millones dependieron del apoyo de sus seres queridos en el exterior, ya que las remesas continuaron creciendo y actuaron como un sustento esencial para los hogares. Las tradiciones culturales florecieron y las familias encontraron maneras creativas de celebrar juntas, aun cuando no podían reunirse físicamente.
Los fuertes lazos comunitarios, tanto a nivel local como dentro de las comunidades de la diáspora, ofrecieron consuelo y solidaridad en los momentos difíciles. Desde Colombia hasta República Dominicana, y desde Brasil y Perú hasta Chile y Guatemala, las familias comprobaron que la distancia no es un obstáculo para el amor, el apoyo y la unión. Este artículo analiza cómo el apoyo financiero, las tradiciones culturales y los vínculos comunitarios mantuvieron unidas a las familias latinoamericanas en 2025, y cómo la ayuda transfronteriza fortaleció su resiliencia frente a los principales desafíos del año.
Una de las formas más tangibles en que las familias se mantuvieron unidas en 2025 fue mediante el apoyo económico enviado desde el extranjero. Las remesas, el dinero que los migrantes envían a sus países de origen, han sido durante mucho tiempo un pilar de estabilidad para los hogares en América Latina. En 2025 alcanzaron nuevos máximos en muchos países, demostrando ser esenciales para ayudar a las familias a superar los retos económicos. Las remesas son realmente un salvavidas: financian necesidades básicas como alimentos, vivienda, atención sanitaria y educación para millones de hogares latinoamericanos.
De hecho, estos flujos reducen significativamente la pobreza y proporcionan una red de seguridad directa a nivel familiar, permitiendo cubrir necesidades inmediatas e incluso invertir en metas a largo plazo como estudios o mejoras en la vivienda. El Banco Interamericano de Desarrollo señaló que se esperaba que las remesas hacia América Latina aumentaran por decimosexto año consecutivo en 2025, lo que subraya su resiliencia e importancia a pesar de la incertidumbre global. La posibilidad de enviar dinero al hogar suele ser una de las principales razones por las que las personas migran, y este año dejó claro por qué: ese apoyo puede ser un verdadero salvavidas en tiempos difíciles.
La resiliencia impulsada por las remesas fue un tema recurrente en toda la región. Cuando las economías locales se debilitaban o los precios aumentaban, los seres queridos en el extranjero intensificaban su apoyo. Por ejemplo, muchos migrantes incrementaron la cantidad que enviaban durante los periodos de alta inflación, asegurando que sus familias pudieran enfrentar el aumento del costo de vida. Incluso cuando la inflación comenzó a moderarse, los migrantes mantuvieron el hábito de enviar ayuda con regularidad, lo que derivó en volúmenes de remesas consistentemente altos. Este patrón se observó en varios países. Las familias colombianas, por ejemplo, se beneficiaron de un crecimiento cercano al 5% en las remesas hacia Colombia a finales de 2025. En Guatemala, los flujos de remesas aumentaron casi un 20% en 2025; entre enero y octubre, los guatemaltecos en el exterior enviaron casi un 20% más que el año anterior, alcanzando cifras récord. Estos incrementos ofrecieron un apoyo crucial, especialmente en las zonas rurales, donde abundan la escasez de empleo y el alza de los precios esenciales. En República Dominicana se observó un aumento similar, de alrededor del 12% hasta septiembre de 2025, reflejando cómo el apoyo de la diáspora creció para satisfacer las necesidades locales. Incluso países con crecimientos más moderados, como Perú y Chile, continuaron dependiendo de remesas estables provenientes de sus ciudadanos en el exterior para reforzar los ingresos familiares y el consumo local.
Las remesas no solo cubrieron necesidades cotidianas; también resultaron indispensables durante crisis y eventos inesperados. Cuando surgían dificultades, los migrantes latinoamericanos enviaban fondos o bienes adicionales para ayudar a sus familias a recuperarse. Las investigaciones muestran que las remesas suelen aumentar tras desastres naturales o emergencias, ya que los migrantes reaccionan de inmediato para apoyar a sus seres queridos. En un estudio, los analistas descubrieron que los flujos de remesas aumentaron significativamente durante varios meses después de grandes desastres en países como República Dominicana y Honduras. Cada dólar en daños estimados por huracanes se compensaba parcialmente con centavos adicionales enviados por familiares preocupados. Esto también fue evidente en 2025. Por ejemplo, cuando una serie de fuertes terremotos afectó zonas de Guatemala a mitad de año, la diáspora guatemalteca en Estados Unidos y en otros lugares se movilizó rápidamente para enviar dinero, ayudando a las familias a reconstruir sus hogares y comprar suministros de emergencia (un comportamiento consistente con respuestas pasadas). De esta manera, la ayuda transfronteriza fortaleció la resiliencia: actuó como un mecanismo informal de seguro y un fondo de alivio, amortiguando el impacto de las crisis económicas o los desastres.
De manera crucial, el impacto de estas conexiones financieras fue mucho más allá de la supervivencia diaria. Las remesas permitieron a las familias planificar un futuro mejor. Los padres pudieron mantener a sus hijos en la escuela y pagar matrículas; los emprendedores invirtieron en pequeños negocios; los hogares ahorraron para atención médica o mejoras en la vivienda. En comunidades rurales de Guatemala a Colombia, los dólares enviados por migrantes financiaron tractores, pozos y paneles solares, impulsando el desarrollo desde la base. Este flujo constante de “dinero con cariño” proveniente del exterior no solo mantuvo a las familias unidas en propósito, sino que también elevó comunidades enteras. No es exagerado afirmar que, en 2025, las remesas fueron “más que transacciones; fueron salvavidas que fortalecieron hogares, comunidades y economías completas”. Al finalizar el año, los países latinoamericanos habían recibido colectivamente cientos de miles de millones en remesas, superando ampliamente a la ayuda internacional. Estos flujos representaron votos de confianza de los migrantes en el futuro de sus familias. También simbolizaron lazos emocionales; cada envío era una expresión concreta de cariño, como si dijera: “Estoy contigo, aunque esté lejos”.
Más allá del dinero, las tradiciones culturales y las celebraciones compartidas desempeñaron un papel fundamental para mantener unidas a las familias latinoamericanas en 2025. En una región rica en festividades, feriados y rituales, las familias encontraron maneras de incluir en la alegría a sus seres queridos en el exterior, y, a su vez, las comunidades de la diáspora celebraron su herencia para sentirse más cerca de casa. Este año se vivieron celebraciones vibrantes, desde el Carnaval hasta los Días de la Independencia, en las que el espíritu familiar y la tradición superaron cualquier distancia física.
Un ejemplo claro es la temporada de Carnaval 2025. Países como Brasil, Colombia, República Dominicana y Perú fueron escenario de algunas de las celebraciones de Carnaval más espectaculares del mundo en febrero y marzo. Estas festividades de varios días, conocidas por sus desfiles coloridos, música y danza, son momentos en los que las familias y comunidades se unen para celebrar. Pero el Carnaval también implica costos para los participantes, desde disfraces hasta banquetes. Aquí, el apoyo desde el extranjero marcó la diferencia. Muchos latinoamericanos en la diáspora enviaron dinero específicamente para que sus familiares pudieran disfrutar del Carnaval. Las remesas ayudaron a pagar el vestido de Carnaval de una hija en Río, el pasaje de autobús de un hijo hacia Barranquilla o una reunión familiar en Santo Domingo. Estas ayudas financieras hicieron posible la magia del Carnaval, permitiendo que las familias celebraran “sin limitaciones, manteniendo vivas sus tradiciones a través de generaciones y fronteras”.
Imagina a una abuela en Brasil pudiendo organizar la tradicional fiesta de bloco de Carnaval porque su hija en Boston envió una transferencia a tiempo, o a un joven en una zona rural de República Dominicana finalmente pudiendo costear un viaje al desfile de la capital gracias a su hermano en el extranjero. En cada caso, la cultura se celebró y el lazo familiar se fortaleció, sin importar la distancia.
Otras festividades culturales y religiosas mostraron una unión transfronteriza similar. Durante la Semana Santa y la Pascua, los familiares en el exterior contribuyeron a ceremonias como las famosas procesiones de Semana Santa en Guatemala o las reuniones familiares en Colombia, asegurando que las comidas elaboradas y los eventos comunitarios pudieran llevarse a cabo. En el Día de la Madre y el Día del Padre, los migrantes enviaron regalos, tarjetas y dinero, a menudo usando tarjetas digitales o tiendas en línea para enviar un gesto de cariño desde lejos. El final del año trajo las celebraciones de Navidad y Año Nuevo, tradicionalmente momentos clave para las familias en América Latina. En 2025, muchas familias tenían uno o dos integrantes en el extranjero, pero gracias a videollamadas y entregas especiales, aun así “se reunieron”. Por ejemplo, una familia colombiana podía colocar una laptop en la mesa para que una tía en España se uniera virtualmente a la Nochebuena, mientras ella organizaba un regalo sorpresa mediante una aplicación para los niños en casa. La tecnología se entrelazó con la tradición, ayudando a preservar ese cálido sentido de familia pese a la separación física.
Quizás el ejemplo más conmovedor de conexión cultural se vio durante las diversas celebraciones de Independencia y conmemoraciones patrias en la segunda mitad de 2025. En septiembre, países como Brasil, Costa Rica, Guatemala, Honduras, Chile y México celebran sus días nacionales. Las comunidades de la diáspora en todo el mundo participaron con entusiasmo. La diáspora brasileña, por ejemplo, celebró el Día de la Independencia de Brasil (Sete de Setembro) en ciudades desde Nueva York hasta Tokio. Organizaron festivales callejeros con samba y comida brasileña, transformando plazas en el extranjero en pequeños Carnavales por un día. Estos eventos no solo permitieron que los brasileños en el exterior se sintieran en casa, sino que también involucraron el envío de videos, fotos e incluso donaciones a sus familias en Brasil para compartir el orgullo y la alegría del momento. Lo mismo ocurrió con el Día de la Independencia de Centroamérica, el 15 de septiembre. Comunidades salvadoreñas, guatemaltecas y hondureñas en el exterior realizaron desfiles y ceremonias de antorchas. En una tradición hermosa, una “Llama de la Independencia” recorre los cinco países centroamericanos; en 2025, muchos migrantes la siguieron por transmisión en vivo y enviaron mensajes de unidad. Como señaló un observador, estas celebraciones de la diáspora “permiten que quienes están fuera se mantengan conectados con su herencia mientras la comparten con el mundo”. Al final del día, ya sea en São Paulo o en un enclave de la diáspora como Newark, las familias expresan con orgullo su espíritu independentista, celebrando la libertad con música, baile y un patriotismo inquebrantable”.
De manera crucial, estos lazos culturales no eran unidireccionales (no solo la diáspora sintiéndose conectada con su hogar); también reforzaban la unidad familiar desde el país hacia quienes estaban en el exterior. Las familias en América Latina saben que sus seres queridos fuera del país siguen valorando las mismas tradiciones. Por eso, suelen dedicar partes de las celebraciones para incluirlos: un saludo durante un brindis, un video por WhatsApp de la fiesta del barrio, una intención en misa por quienes están lejos. Saber que “los valores de familia, tradición y solidaridad se mantienen cuando quienes están en el exterior pueden contribuir a las celebraciones en casa” brindó consuelo a todos. Cada festividad compartida, cada brindis sincronizado entre diferentes husos horarios, era prueba de que “la cultura y el patriotismo no tienen fronteras”. A lo largo de 2025, las familias latinoamericanas demostraron que, incluso si un hijo trabajaba en Nueva York o una madre estaba temporalmente en Madrid, seguían siendo parte fundamental de la vida cultural en casa. La herencia y las costumbres se convirtieron en un puente a través de las fronteras, una fuente de orgullo y unidad que la distancia no podía diluir.
Las familias latinoamericanas en 2025 también se apoyaron en sus lazos comunitarios y en redes de solidaridad para mantenerse unidas. “Comunidad” aquí incluía tanto a la comunidad local inmediata —vecinos, amigos, organizaciones locales— como a la comunidad extendida de compatriotas en el exterior (la diáspora). Al fomentar un espíritu de ayuda mutua y pertenencia, estas redes garantizaron que ninguna familia se sintiera realmente sola, incluso en medio de la adversidad.
En el ámbito local, las comunidades se unieron para apoyarse ante los desafíos. Por ejemplo, en zonas de Perú afectadas por una desaceleración económica, las cocinas comunitarias (comedores populares) se activaron con donaciones de antiguos residentes que ahora viven en el extranjero. En un pequeño pueblo de Guatemala, cuando fuertes lluvias provocaron inundaciones, los vecinos acogieron a quienes habían perdido sus hogares, y miembros de la diáspora de ese mismo pueblo reunieron dinero para reparar la escuela local. Estos actos reflejan un rasgo característico de la cultura latinoamericana: la solidaridad. Las personas se unieron, ya fuera por lazos de sangre o por compartir un mismo lugar de origen, para elevar a los demás. En 2025 abundaron ejemplos de colectas comunitarias: una comunidad chilena en Santiago reuniendo fondos para enviar medicamentos a un familiar enfermo en Estados Unidos, o un pueblo mexicano recibiendo una bomba de agua nueva financiada por sus migrantes en el norte. Historias como estas eran comunes y demostraron cómo el cuidado comunitario atraviesa fronteras.
Las comunidades de la diáspora se convirtieron en una segunda familia para muchos. Los latinoamericanos que viven en el extranjero suelen formar grupos muy unidos basados en su país o incluso en su ciudad de origen. Estos grupos brindan apoyo social (celebrar cumpleaños, acompañar en momentos de duelo, preservar la lengua y la gastronomía) y con frecuencia organizan ayuda para quienes permanecen en sus países. En 2025, expatriados colombianos en Miami recaudaron fondos para ayudar a las víctimas de deslizamientos de tierra en Colombia; dominicanos en Nueva York enviaron miles de paquetes de ayuda a la República Dominicana tras tormentas estivales; y comunidades brasileñas en Japón organizaron campañas para financiar materiales escolares para niños de bajos ingresos en Brasil. Este fenómeno, a veces llamado “asociaciones de paisanos”, refleja cómo los migrantes se organizan para apoyar a sus lugares de origen. En 2025 estuvo más vivo que nunca, fortaleciendo lazos a través de las fronteras. Gracias a estos esfuerzos, las familias permanecieron unidas no solo a nivel individual, sino como comunidades con destinos compartidos.
La tecnología y las redes sociales también desempeñaron un papel fundamental en el mantenimiento de estas conexiones comunitarias. Grupos de WhatsApp, páginas de Facebook y llamadas por Zoom se convirtieron en plazas virtuales para familias dispersas. Un chat familiar podía incluir parientes en Lima, Los Ángeles y Londres, todos bromeando y compartiendo noticias a diario. Grupos comunitarios en Facebook, como los de venezolanos en Chile o guatemaltecos en Los Ángeles, permitieron que los miembros de la diáspora ayudaran a los recién llegados a integrarse, al tiempo que organizaban colectivamente apoyo para quienes estaban en casa. De esta manera, la “aldea global” latinoamericana se sintió más cercana; la distancia fue mitigada por la comunicación constante y la facilidad para enviar ayuda cuando era necesario.
El resultado de estos fuertes lazos comunitarios fue un notable nivel de resiliencia. América Latina enfrentó una serie de desafíos en 2025, desde dificultades económicas hasta eventos climáticos, pero las familias no los enfrentaron solas. Esta resiliencia se veía en historias como la de un padre peruano que afirmaba con orgullo que, incluso cuando perdió su empleo, su primo en Estados Unidos y sus vecinos se aseguraron de que a sus hijos nunca les faltara comida. O la de una estudiante dominicana que pudo continuar sus estudios universitarios después de que los ingresos de su madre disminuyeran, porque su familia extendida (tanto dentro del país como en el exterior) reunió el dinero para su matrícula. Estos escenarios subrayan una verdad poderosa: la unidad es fortaleza. Al mantenerse conectadas y ayudarse mutuamente, las familias latinoamericanas convirtieron los desafíos en simples obstáculos, y no en muros imposibles de superar.
Vale la pena señalar que esta solidaridad no es nueva; está profundamente arraigada en la cultura. Conceptos como el “compadrazgo” (las amplias redes de padrinazgo) y la “minga” (las jornadas comunitarias de trabajo) han conectado durante generaciones a familias y vecinos latinoamericanos en la ayuda mutua. Lo notable en 2025 fue cómo estas formas tradicionales de solidaridad se fortalecieron mediante herramientas modernas y los vínculos globales de la diáspora. Las familias, en la práctica, operaron sin fronteras; un amigo o familiar dispuesto a ayudar podía estar a la vuelta de la esquina o a 5.000 millas de distancia, pero de cualquier manera, estaba allí para ti. La diáspora demostró que la cultura y la compasión no tienen límites. Cada vez que alguien enviaba dinero, organizaba un evento cultural en el exterior o simplemente llamaba para saber cómo estaba un ser querido, reforzaba el tejido social que sostenía a todos.
En todas estas historias de apoyo financiero, celebraciones culturales y solidaridad comunitaria, hubo un factor constante: la tecnología, especialmente las plataformas digitales y fintech que facilitan las conexiones transfronterizas. En 2025, servicios como sendvalu fueron esenciales para ayudar a las familias a entregar lo que llamamos “valor más allá de las fronteras”. Nuestra plataforma multiservicio (disponible en sitio web y aplicación) permitió enviar no solo dinero, sino también recargas de telefonía móvil y tarjetas de regalo digitales a otros países. Estas herramientas hicieron que expresar cariño y apoyo a distancia fuera más fácil que nunca.
Por ejemplo, una hija trabajando en el extranjero podía usar sendvalu para recargar al instante el celular prepago de su madre, manteniéndose conectadas mediante llamadas y mensajes. Un hijo que no podía estar en casa para las fiestas enviaba una tarjeta digital de regalo para un supermercado o tienda de su país, permitiendo a su familia comprar regalos o preparar una comida especial, un gesto de amor en su ausencia. Y, por supuesto, el servicio principal consistió en enviar dinero de manera rápida y accesible a más de 140 países, muchos de ellos en América Latina. Plataformas como sendvalu fueron diseñadas pensando en las comunidades de la diáspora, haciendo que “compartir cuidado” globalmente fuera simple y accesible. Ya fuera para apoyar una celebración o cubrir gastos cotidianos, sendvalu garantizó un proceso rápido, seguro y asequible.
La velocidad fue una característica decisiva. Antes, enviar dinero podía tardar días o requerir acudir físicamente a un agente. En 2025, sendvalu y servicios digitales similares entregaban fondos en cuestión de minutos. Esa rapidez marcó la diferencia en situaciones como necesidades de último momento durante una festividad, por ejemplo, una familia en Chile que necesitaba fondos adicionales para organizar un picnic comunitario por el Día de la Independencia, y su familiar en el extranjero enviando el dinero que llegó al instante para salvar la ocasión. Cada transferencia podía rastrearse en línea, brindando tranquilidad tanto a quien enviaba como a quien recibía. La confiabilidad también era alta: sendvalu opera bajo estrictos protocolos de seguridad y ofrece soporte al cliente 24/7, lo que generó confianza en que la ayuda llegaría a tiempo.
Un aspecto notable de la plataforma de sendvalu es su flexibilidad en las opciones de entrega. Reconociendo que las familias tienen necesidades diferentes, ofrece múltiples métodos de pago: depósitos directos en cuentas bancarias (ideales para parientes en ciudades con acceso a servicios bancarios), retiros en efectivo en más de 215.000 puntos alrededor del mundo (importante para quienes viven en zonas donde el efectivo sigue siendo fundamental), créditos a billeteras móviles e incluso entrega de dinero en casa en algunas regiones. Por ejemplo, una abuela mayor en una aldea remota de Guatemala que no puede desplazarse fácilmente podría recibir el dinero directamente en la puerta de su casa gracias a estos servicios, convirtiendo una transferencia digital en ayuda tangible en sus manos. Este alcance garantizaba que el apoyo llegara realmente hasta la “última milla”, incluyendo comunidades rurales que de otro modo quedarían fuera de la revolución de las finanzas digitales.
Pero sendvalu va más allá de las transferencias de dinero. La inclusión de recargas móviles y tarjetas de regalo como artículos enviables demostró que, a veces, los pequeños gestos tienen un enorme valor emocional. Una recarga rápida podía significar una larga y sentida llamada entre una madre y su hijo a través de fronteras, permitiendo una conversación que se sentía como un “abrazo verbal”. Una tarjeta digital enviada, por ejemplo, a una tienda departamental en Colombia o a una farmacia en República Dominicana podía permitir que una familia obtuviera exactamente lo que necesita o desea: libertad de elección y la sensación de recibir un regalo desde lejos. Estos servicios hicieron que el apoyo fuera personal y práctico, capturando la idea de que cuidar de alguien puede tomar muchas formas. Como sendvalu destacó durante la campaña del Día Internacional del Abrazo en enero de 2025, “Aunque un abrazo físico no sea posible, sendvalu facilita expresar tu cariño y afecto de otras maneras significativas. Cada gesto de amabilidad, ya sea un abrazo o un apoyo sincero, es un regalo: un momento de calidez, amor y unidad que nos acerca.” En esencia, la plataforma buscó traducir el afecto detrás de cada remesa en múltiples canales de apoyo.
La accesibilidad económica fue otro factor clave. Las altas comisiones han sido durante mucho tiempo un obstáculo para quienes envían dinero, reduciendo el valor recibido. Por eso ofrecemos tarifas más bajas y tipos de cambio competitivos, garantizando que más dinero del remitente llegue a su familia. De hecho, las remesas digitales pueden ser significativamente más económicas; un informe señaló que los servicios en línea son aproximadamente un 18% menos costosos que las transferencias tradicionales en efectivo en América Latina. Con sendvalu, los usuarios sabían exactamente cuánto recibirían sus seres queridos, gracias a precios transparentes y anticipados. Con frecuencia, la primera transferencia era sin comisión para nuevos usuarios, ofreciéndoles una prueba sin riesgo. Al eliminar las barreras de costo y complejidad, sendvalu democratizó el apoyo transfronterizo, permitiendo que incluso trabajadores migrantes con salarios modestos pudieran enviar pequeñas pero significativas cantidades de dinero de forma regular.
Todas estas funciones reforzaron una idea más amplia: la tecnología y los servicios innovadores ayudaron a mantener a las familias unidas en todo el mundo. El lema “Value Beyond Borders” adquirió un significado real en 2025; no se trataba solo del valor monetario, sino del valor del amor, la seguridad y la unión que estos servicios transfronterizos ofrecían. Cuando un usuario de la diáspora abría la aplicación de sendvalu, no estaba realizando simplemente una transacción financiera; estaba enviando un mensaje: “Te recuerdo. Me importas. Quiero compartir lo que tengo para que estés bien.” La plataforma era simplemente el puente para esa conexión humana. Como señaló sendvalu en su reflexión sobre las celebraciones de la herencia cultural: “Es reconfortante saber que la tecnología y servicios como sendvalu permiten que la comunidad latina global siga unida. Los valores de familia, tradición y solidaridad se mantienen cuando quienes están en el exterior pueden contribuir a las celebraciones en casa.” Sin importar dónde estuvieran los miembros de las familias latinoamericanas en 2025, separados por países o incluso continentes, tenían herramientas a su alcance para cruzar la distancia y tocar la vida de quienes aman.
Al mirar atrás hacia 2025, es evidente que las familias latinoamericanas escribieron una historia poderosa de conexión y resiliencia. En un año marcado por desafíos económicos y fenómenos ambientales, las familias encontraron fortaleza unas en otras, ya estuvieran bajo el mismo techo o separadas por océanos. El apoyo financiero fluyó de manera constante desde el exterior, actuando tanto como sustento diario como amortiguador en emergencias. Las tradiciones culturales se celebraron con entusiasmo e inclusión, demostrando que ni la distancia ni el tiempo podían diluir el patrimonio compartido que une a las familias. Los lazos comunitarios, locales y globales, garantizaron que la ayuda estuviera disponible cuando se necesitaba y que las alegrías se compartieran ampliamente. Desde barrios colombianos fortalecidos por las remesas hasta festividades dominicanas enriquecidas por aportes de la diáspora; desde fiestas de independencia brasileñas y chilenas que resonaron a través de hemisferios hasta aldeas guatemaltecas reconstruidas con ayuda de hijos e hijas en el extranjero, los ejemplos son innumerables, pero el hilo conductor es inconfundible: el amor familiar y comunitario trasciende las fronteras.
El papel de nuestra plataforma es fundamental en esta narrativa. Al ofrecer “Value Beyond Borders”, hacemos posibles innumerables gestos llenos de cariño: la factura médica urgente pagada en Perú por un hermano en Italia; el regalo de cumpleaños enviado como sorpresa a Guatemala por una hermana en Canadá; la cena de Navidad en El Salvador que pudo realizarse gracias a la remesa de un tío en Estados Unidos. Al hacerlo, destacó una verdad esperanzadora de nuestra era moderna: que las distancias ya no se miden solo en millas, sino en la velocidad de una transferencia móvil o en el sonido de una videollamada. Los lazos de parentesco y amistad se han extendido por todo el mundo, y hoy existen herramientas para mantenerlos fuertes.
En última instancia, 2025 nos recordó que “la distancia no tiene por qué significar desconexión”. Las familias latinoamericanas, quizás como pocas, comprenden que el corazón familiar no se debilita con la separación; al contrario, inspira nuevas formas creativas de apoyarse y enriquecer la vida de los demás. Con solidaridad inquebrantable, espíritu festivo y el apoyo de la tecnología, transformaron un año potencialmente desafiante en “Un Año de Conexión”. Demostraron que el amor y la solidaridad son las mejores monedas, generando un valor que realmente va más allá de las fronteras. Al celebrar estas historias, nos inspiran a llevar ese espíritu hacia el futuro: sabiendo que, sin importar lo que traiga el próximo año, los lazos familiares permanecerán fuertes, nutridos por un cariño que no conoce distancia.
Si deseas descubrir en qué países puedes mantenerte conectado con tus seres queridos en América Latina y más allá, puedes explorar nuestra lista completa de países disponibles.
Al acercarnos al final del año, te deseamos a ti y a tus seres queridos una temporada llena de paz, calidez y momentos significativos. Que las fiestas traigan consuelo y conexión, y que 2026 comience con esperanza, fortaleza y nuevas oportunidades para ti y tu familia. De parte de nuestra comunidad sendvalu, les deseamos lo mejor al cerrar este año y dar la bienvenida a uno nuevo.
Fuentes:
Inter-American Development Bank – Remittances to Latin America and the Caribbean in 2025: Adaptations in a Context of Uncertainty
FacilitaPay Blog – Remittances and their significance in LatAm economies
BBVA Research – Remittances Continue to Grow in LAC, but Not in Mexico
ODI – HPG Report – Remittances during crises: implications for humanitarian response
sendvalu Blog – Carnaval en América Latina: Una celebración de cultura, alegría y tradición
sendvalu Blog – Mes de la Herencia Hispana y Celebraciones de la Independencia de América Latina
sendvalu Blog – Día Internacional del Abrazo: Difundiendo calidez y conexión el 21 de enero
sendvalu Blog – Récord de remesas de México: El auge de las transferencias digitales